La crioanalgesia es una técnica mínimamente invasiva que utiliza frío controlado para bloquear temporalmente la transmisión del dolor. Al aplicar temperaturas entre –60 °C y –88 °C sobre el trayecto de un nervio, se logra interrumpir de forma reversible la conducción de los impulsos dolorosos, sin necesidad de cirugía ni ingreso hospitalario.
Este procedimiento, también conocido como crioneurolisis, actúa sobre las vías nerviosas periféricas, que son las encargadas de transmitir las señales de dolor desde el cuerpo hacia el sistema nervioso central. Su acción se basa en un mecanismo fisiológico bien conocido: la degeneración Walleriana. Esta consiste en una alteración temporal del axón (axonotmesis) que mantiene intactas las capas protectoras del nervio (endoneuro, perineuro y epineuro), permitiendo su regeneración natural en pocas semanas.
A diferencia de otras técnicas destructivas, la crioanalgesia no produce fibrosis, no genera neuromas y es completamente visualizable por ecografía, gracias a la formación de una “ice ball” (bola de hielo) en el punto exacto de aplicación.
Este tratamiento se utiliza cada vez más para tratar diferentes formas de dolor crónico como:
Dolor neuropático localizado
Dolor articular (gonartrosis, coxartrosis, rizartrosis)
Síndrome postmastectomía
Dolor tras cirugía o traumatismos
Neuralgias periféricas (cluneal, obturador, morton, intercostal)
Los resultados son especialmente positivos en pacientes que no han mejorado con fármacos o desean evitar tratamientos más invasivos.
Procedimiento ambulatorio, guiado por imagen, sin anestesia general
Efecto que puede durar entre 2 y 6 meses
Repetible si el dolor reaparece
Mejora la funcionalidad y reduce la necesidad de tomar analgésicos de forma diaria y crónica.
La crioanalgesia actúa sobre el nervio lesionando temporalmente solo la parte interna del axón, mediante un proceso fisiológico reversible conocido como degeneración Walleriana. Esta interrupción bloquea la señal dolorosa sin dañar la arquitectura del nervio, lo que permite una regeneración funcional a lo largo de las semanas.
A diferencia de la radiofrecuencia (que utiliza calor para coagular y destruir el nervio), la crioanalgesia preserva las envolturas protectoras (endoneuro, perineuro y epineuro), evitando complicaciones como fibrosis, pérdida sensitiva permanente o formación de neuromas.
Otra ventaja clave es que durante la técnica se forma una zona de congelación o “ice ball”, visible por ecografía, lo que permite un abordaje ecoguiado preciso y seguro, incluso en nervios pequeños o profundos. Este enfoque mínimamente invasivo reduce el riesgo de efectos adversos permanentes y permite que el paciente retome su actividad habitual más rápidamente, con menos dependencia de analgésicos
Radiofrecuencia: genera calor >70 °C, produce lesiones térmicas irreversibles y es invisible en imagen.
Cirugía o neurotomía: implica cortar el nervio; puede provocar dolor residual, neuromas o déficit sensitivo.
Bloqueos anestésicos: efecto limitado en el tiempo; requieren repetición frecuente.
Crioanalgesia: bloquea la señal dolorosa de forma limpia, reversible y visualizable.
La crioanalgesia es una herramienta cada vez más utilizada en el tratamiento de dolores crónicos localizados y en condiciones neuromusculares donde otras terapias han fracasado o no son viables.
Su capacidad de actuar de forma precisa, reversible y mínimamente invasiva la convierte en una opción eficaz para múltiples escenarios clínicos, especialmente cuando hay afectación de las vías nerviosas periféricas.
Es una de las indicaciones más estudiadas. La crioanalgesia aplicada a los nervios geniculados mejora el dolor, la movilidad y la tolerancia a la actividad física en pacientes con artrosis de rodilla, tanto en fases avanzadas como en casos postoperatorios.
Ideal para tratar el dolor entre los dedos del pie al caminar, este procedimiento ha demostrado ser seguro y eficaz para el neuroma de Morton, atrapamiento del tibial posterior o túnel tarsiano.
Indicaciones como el dolor por afectación de los nervios cluneales, las ramas dorsales o los ramos mediales son frecuentes en pacientes con cirugía previa o estenosis espinal. La crioanalgesia ofrece aquí una alternativa sin cirugía ni opioides.
Se ha utilizado con éxito en mujeres con síndrome de dolor postmastectomía o en pacientes tras fracturas costales. El alivio del dolor torácico mejora notablemente el sueño, la respiración y la calidad de vida en estos casos.
En casos de neuralgia del trigémino periférico (infraorbitario, mentoniano, auriculotemporal), la crioanalgesia permite tratar el dolor sin alterar la función motora ni causar hipoestesia persistente. Es útil tras cirugía bucomaxilofacial, extracciones dentales o traumatismos.
Aplicada sobre ramas motoras selectivas, como el nervio musculocutáneo o radial, la crioanalgesia reduce la espasticidad y mejora la movilidad pasiva. Se utiliza en pacientes con ictus, lesión medular o parálisis cerebral, facilitando la fisioterapia y reduciendo la necesidad de toxina botulínica.
🎯 En resumen, la crioanalgesia se adapta a múltiples situaciones clínicas donde se requiere:
Control del dolor neuropático localizado
Reducción de la espasticidad sin cirugía
Tratamientos ecoguiados de alta precisión
Alternativa a fármacos o procedimientos más invasivos
La crioanalgesia combina tecnología de precisión con una filosofía terapéutica clara: tratar el dolor sin destruir el nervio, evitando secuelas y reduciendo al mínimo la agresividad del procedimiento.
A diferencia de otras técnicas, su efecto no es inmediato y fugaz como una infiltración, ni radical como una neurotomía quirúrgica. Se sitúa en un punto intermedio: eficaz, duradero, seguro y repetible.
Alivio prolongado del dolor: la duración del efecto analgésico puede oscilar entre 2 y 6 meses, dependiendo del nervio tratado, el tipo de lesión y la actividad del paciente.
Mejora funcional real: al disminuir el dolor, muchos pacientes recuperan movilidad y tolerancia al ejercicio, facilitando la rehabilitación o mejorando su calidad de vida.
Técnica ambulatoria: se realiza en consulta o quirófano sin ingreso hospitalario.
Menor uso de analgésicos: permite reducir el consumo de opioides, AINEs o tratamientos crónicos.
Bajo riesgo de efectos secundarios graves: al preservar la estructura del nervio, se minimiza la aparición de disestesias o dolor por neuromas.
Visible por ecografía: la formación de la ice ball bajo control ecográfico mejora la seguridad, precisión y reproducibilidad del tratamiento.
Repetible si reaparece el dolor: en caso de recaída, el procedimiento puede repetirse sin daño acumulativo, lo que lo hace especialmente útil en enfermedades degenerativas o crónicas como la gonartrosis.
La crioanalgesia no solo quita el dolor: abre una ventana terapéutica para que el paciente pueda realizar ejercicios, recibir fisioterapia o iniciar tratamientos regenerativos con mayor eficacia.
Por ejemplo:
Tras aplicar crioanalgesia sobre los nervios geniculados, se puede iniciar un tratamiento intraarticular con PRP o ácido hialurónico con mejores resultados clínicos.
En casos de espasticidad, reduce el tono muscular y mejora la respuesta a férulas, reeducación neuromotora o marcha asistida.
En nuestra práctica diaria en España desde hace más de 8 años, la crioanalgesia ha supuesto un cambio de paradigma en cómo abordamos ciertos cuadros de dolor complejo:
➡️ Especialmente útil en pacientes jóvenes, activos o con comorbilidades que impiden una cirugía.
➡️ Muy demandada por pacientes que han leído sobre el tratamiento en EE. UU., Alemania o Reino Unido.
➡️ Ideal para complementar otras técnicas: radiofrecuencia, bloqueos diagnósticos o neuromodulación.
Aunque la crioanalgesia es un procedimiento seguro y mínimamente invasivo, como toda técnica médica especializada requiere una selección adecuada del paciente, una planificación ecoguiada rigurosa y un conocimiento profundo de la anatomía funcional del nervio a tratar.
La gran mayoría de los efectos adversos descritos en la literatura son leves, autolimitados y transitorios:
Dolor postprocedimiento leve o sensación de quemazón local (resuelve en 24–48 h)
Equimosis o hematoma leve en la zona de punción
Disestesias pasajeras (hormigueo o alteración sensitiva durante la regeneración)
Sensación de frialdad o entumecimiento temporal en la zona tratada
📌 Según la revisión de seguridad más extensa disponible (Kim et al 2023), no se han reportado casos de daño permanente ni aparición de neuromas sintomáticos en series con más de 200 procedimientos ecoguiados.
Infección activa en el lugar de la intervención
Trastornos graves de la coagulación no corregidos
Alergia a la anestesia local (si se utiliza)
Imposibilidad de realizar el procedimiento bajo visión ecográfica o de seguridad aceptable
Pacientes con neuropatías severas desmielinizantes (riesgo de recuperación irregular)
Enfermedades autoinmunes activas con afectación nerviosa
Dolor no claramente localizado o mal diagnosticado (riesgo de tratar la diana incorrecta)
La respuesta a un bloqueo diagnóstico previo con anestesia local es uno de los mejores predictores de éxito.
En casos de dolor persistente tras radiofrecuencia, la crioanalgesia puede ser una opción viable sin efectos acumulativos.
Si bien la técnica es reversible, no se recomienda repetir más de 3 veces por año sobre el mismo nervio sin reevaluación clínica.
Si eres un paciente con dolor localizado que ha mejorado con un bloqueo, pero no puedes repetirlo cada mes… la crioanalgesia es tu siguiente paso.
Si has probado radiofrecuencia y el resultado fue corto o el paciente no toleró el calor… la crioanalgesia es tu alternativa.
Si buscas una opción ambulatoria, sin bisturí ni fármacos crónicos, pero con resultados duraderos… la crioanalgesia tiene sentido clínico.
No rompe el nervio. No lo destruye. Lo congela y lo deja regenerar.
Con precisión. Con ecografía. Con evidencia.
✅ Ideal en nervios geniculados, occipitales, intercostales, pudendos o ramas del trigémino
✅ Compatible con fisioterapia, medicina regenerativa y neuromodulación
✅ Útil en espasticidad focal o dolor tras cirugía
No sustituye todo. Pero sí puede cambiarlo todo.
Y eso, en dolor crónico, es mucho decir.
La crioanalgesia no es magia. Es una técnica que usamos cada semana con pacientes como tú. Personas que llevaban meses —o años— limitadas por un dolor que no respondía a pastillas, ni a fisioterapia, ni a bloqueos esporádicos.
Personas que solo querían volver a caminar sin miedo. Dormir sin despertarse por el dolor. O simplemente dejar de vivir pendientes de cuándo volvería el siguiente brote.
💬 “¿Por qué nadie me habló de esto antes?”
Es una frase que escuchamos con frecuencia. Porque a veces, el verdadero alivio no está en lo más agresivo… sino en lo más preciso.
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