El latigazo cervical es una lesión por aceleración–desaceleración del cuello:
· típica de colisiones por alcance (golpe por detrás),
· con un movimiento rápido de hiperextensión seguido de hiperflexión,
· que somete a músculos, ligamentos y articulaciones cervicales a fuerzas de cizallamiento para las que no están preparados.
El resultado puede ser:
· lesión de músculos y ligamentos,
· sobrecarga de las articulaciones facetarias cervicales,
· e incluso afectación neural (raíces, ganglios, plexo cervical) y cambios en el sistema nervioso central.
El WAD incluye un conjunto de síntomas que aparecen después del traumatismo:
· dolor y rigidez cervical,
· cefalea (muy frecuente, sobre todo en región occipital y hemicraneal),
· dolor en cintura escapular y parte superior de la espalda,
· tinnitus, mareos, dolor mandibular, parestesias,
· problemas de concentración, memoria, ansiedad o bajo estado de ánimo.
La clasificación Quebec describe varios grados (I–IV), desde el dolor leve sin hallazgos neurológicos hasta las fracturas y luxaciones cervicales. El WAD grado II (dolor + signos musculoesqueléticos) es el más frecuente en la práctica diaria.

Las articulaciones facetarias (o cigapofisarias) son pequeñas articulaciones posteriores que guían el movimiento entre las vértebras cervicales. Están recubiertas por una cápsula sinovial muy ricamente inervada.
En el contexto de un latigazo:
· la cápsula puede sufrir microdesgarros,
· aparecen cambios inflamatorios y degenerativos precoces,
· y la articulación se convierte en una fuente estable de dolor mecánico.
Cuando se estudia a pacientes con dolor crónico tras un accidente de tráfico mediante bloqueos diagnósticos controlados de la rama medial, aproximadamente la mitad–dos tercios tienen el origen del dolor en las facetas cervicales.
Las facetas más implicadas en cefalea cervicogénica son:
· C2–C3, inervada por el nervio occipital tercero (TON), y la articulación atlanto-axial C1–C2, responsable de dolor suboccipital, retromastoideo y cervical alto
La musculatura cervicotorácica también sufre:
· estiramiento brusco,
· pérdida de control motor y resistencia de los flexores profundos del cuello,
· y, en pacientes con WAD crónico, se ha descrito infiltración grasa (fatty infiltration) de los multífidos y músculos profundos cervicales en la resonancia magnética.
Estos cambios son marcadores de peor pronóstico y mayor discapacidad.
Los ligamentos alares y transverso estabilizan el complejo occipito–cervical alto (C0–C2). Tras un traumatismo intenso pueden:
· lesionarse,
· generar inestabilidad rotacional de C1–C2,
· y contribuir al dolor suboccipital y cefalea.
Pruebas como el test de rotación atlas–axis (A-ART), combinadas con TC dinámica, ayudan a identificar estos casos en entornos especializados.
La literatura reciente ha cambiado el paradigma: el WAD crónico tiene una fisiopatología neurobiológica distinta al dolor cervical inespecífico.
Un metaanálisis de 2025 ha confirmado que los pacientes con WAD crónico, comparados con quienes tienen dolor cervical no traumático, presentan:
· más discapacidad (diferencias clínicamente relevantes en el índice de discapacidad cervical, NDI),
· más depresión y más kinesiofobia (miedo al movimiento),
· hipersensibilidad generalizada: mayor sensibilidad a la presión, al frío y al calor, tanto en el cuello como en zonas alejadas,
· disfunción sensoriomotora: peor control motor y menor rango de movimiento en flexión y extensión.
Todo ello es compatible con un estado de sensibilización central: el sistema nervioso se ha vuelto “hiperreactivo”, amplificando estímulos que antes serían tolerables.
Estudios recientes en WAD grado II han mostrado que:
· una proporción importante de pacientes presenta signos clínicos de dolor neuropático (quemazón, descargas, hormigueo, hipoestesia),
· y se han detectado niveles elevados de neurofilamento ligero sérico (NfL), un marcador de daño axonal.
Es decir, incluso en grados donde teóricamente no hay fractura ni lesión neurológica grave, puede existir lesión nerviosa difusa y persistente.
La cefalea cervicogénica (CGH) aparece hasta en el 80–90% de los casos de latigazo en algunas series. Su base anatómica:
· las fibras nociceptivas de C1–C3 convergen con las del nervio trigémino en el núcleo trigeminocervical;
· un foco de dolor en C2–C3 o C1–C2 puede percibirse como dolor occipital, temporal o retroorbitario;
· por eso técnicas como la radiofrecuencia de C2–C3, bloqueos del nervio occipital mayor o el iCPB pueden mejorar cefalea, dolor facial e incluso tinnitus en subgrupos de pacientes
· mecanismo exacto del accidente,
· dolor cervical mecánico vs dolor difuso/burning,
· presencia de cefalea, tinnitus, mareos, dolor facial, parestesias,
· exploración musculoesquelética (movilidad, dolor facetario a la palpación),
· exploración neurológica completa.
· Radiografía/TC: descartar fracturas y patología estructural grave.
· RM: valorar discos, ligamentos, médula y musculatura profunda; útil también para descartar diagnósticos alternativos (hernia discal significativa, mielopatía, etc.).
· TC dinámica C1–C2: en casos seleccionados, sospecha de inestabilidad atlanto-axial.
· Bloqueo de la rama medial (Medial Branch Block, MBB):
o se inyecta anestésico local alrededor de la rama medial que inerva una faceta sospechosa,
o si el dolor mejora de forma clara (≥ 50–80% durante unas horas), se considera que esa faceta es una fuente importante de dolor.
En fases agudas y subagudas, la base es:
· educación y tranquilidad (evitar mensajes catastrofistas),
· movilización precoz y evitar el reposo absoluto prolongado,
· fisioterapia activa:
o fortalecimiento de flexores profundos cervicales,
o estabilización escapular,
o corrección postural y trabajo de control motor,
· manejo psicológico cuando hay ansiedad, catastrofismo o miedo al movimiento,
· tratamiento farmacológico ajustado (analgésicos, AINE, neuromoduladores).
Cuando pese a todo el dolor persiste, limita la vida diaria y se mantienen cefalea, mareos o tinnitus, se valora el paso a tratamiento intervencionista guiado por imagen.
La neurótomía por radiofrecuencia de la rama medial es, hoy por hoy, el tratamiento con mejor evidencia para el dolor facetario cervical crónico, incluido el originado tras un latigazo.
Indicaciones:
· dolor cervical mecánico (empeora con la extensión y la rotación),
· posible cefalea cervicogénica,
· facetas sospechosas en imagen,
· y bloqueos de rama medial positivos.
Técnica:
· bajo fluoroscopia o TC, se colocan agujas de RF paralelas a la rama medial,
· se confirma la posición con estimulación sensitiva y motora,
· se aplica lesión térmica (habitualmente 80°C durante 60–90 segundos en cada punto),
· se pueden tratar varios niveles (p.ej., de C2–C3 a C5–C6) en la misma sesión.
Resultados:
· los ensayos controlados han mostrado que la RFA proporciona alivio superior al placebo,
· en práctica clínica, entre un 60–80% de los pacientes consiguen ≥ 50% de alivio durante 6–12 meses,
· el procedimiento puede repetirse cuando reaparece el dolor, con resultados comparables.
En pacientes con cefalea cervicogénica dominada por C2–C3, la radiofrecuencia dirigida al nervio occipital tercero (TON) puede ser especialmente útil.
El PRP autólogo se está consolidando como una opción regenerativa y antiinflamatoria para el dolor facetario cervical, incluyendo el WAD crónico.
Mecanismo propuesto:
· efecto antiinflamatorio en la membrana sinovial y la cápsula,
· mejora de la calidad del tejido capsular y ligamentoso (aumento de fuerza tensil),
· sin destrucción nerviosa (a diferencia de la RFA),
· y posible sinergia con la rehabilitación: al bajar el dolor, se puede trabajar mejor la fuerza y el control motor, lo que a su vez reduce la discapacidad.
Selección de pacientes:
· WAD crónico con dolor cervical mecánico,
· facetas sospechosas,
· y MBB positivo (≥ 80% de alivio, o ≥ 50% con clara mejora funcional).
Técnica:
· extracción de sangre del propio paciente,
· preparación de PRP en condiciones controladas (centrifugado),
· inyección guiada por ecografía y/o fluoroscopia:
o 1 mL intraarticular hasta distensión capsular,
o 1 mL periarticular, a lo largo de los márgenes óseos para tratar la cápsula lateral.
Resultados clínicos:
· series de casos en WAD crónico han mostrado:
o reducciones significativas de dolor y discapacidad a 3 meses,
o mantenimiento de la mejoría a 6 y 12 meses en buena parte de los pacientes,
o aproximadamente un tercio–40% con > 50% de alivio del dolor a 12 meses.
En la práctica, el PRP facetario:
· es una opción interesante cuando se quiere evitar una ablación,
· puede ser especialmente atractivo en pacientes jóvenes o deportistas,
· y encaja muy bien en un programa de medicina regenerativa y rehabilitación activa.
Hay un subgrupo de pacientes con WAD crónico en los que:
· la faceta no parece ser la principal fuente de dolor,
· persisten dolor cervical difuso, cefalea, dolor facial o tinnitus,
· y el patrón sugiere una combinación de disfunción muscular cervicotorácica + irritación del plexo cervical + sensibilización central.
En estos casos, las guías de radiofrecuencia facetaria se quedan cortas. Aquí entra en juego el bloqueo del plexo cervical intermedio (iCPB) ecoguiado.
¿En qué consiste?
· Se realiza bajo ecografía, identificando el músculo esternocleidomastoideo y las estructuras vasculares profundas.
· Se busca el espacio cervical posterior (PCS), plano fascial entre la vaina posterior del esternocleidomastoideo y la fascia prevertebral.
· Se inyectan unos 9 mL de mezcla (anestésico local + corticoide depot) en ese plano, tras aspiración negativa.
Fundamento:
· el plexo cervical discurre en íntima relación con la musculatura cervicotorácica,
· su irritación puede mantener activado el complejo trigeminocervical,
· el iCPB busca “bajar el volumen” de esa entrada nociceptiva, reduciendo el dolor cervical, la cefalea y los síntomas somatosensoriales (p.ej., tinnitus).
Evidencia clínica:
· un estudio prospectivo en 50 pacientes con WAD crónico refractario, sin disfunción facetaria, mostró que:
o el iCPB con esteroide redujo de forma significativa el dolor y el NDI a 12 semanas,
o el 62% mantuvo una analgesia clínicamente relevante a las 24 semanas,
o mejoraron también cefalea, dolor facial, dolor dorsal alto y tinnitus,
o el 78% de los respondedores pudieron mantener su empleo.
Series adicionales han descrito mejorías en cefalea en racimos y dolor facial bilateral post-latigazo, así como en tinnitus somatosensorial.
Seguridad:
· al inyectar en un plano fascial superficial a la fascia prevertebral, se minimiza el riesgo de bloquear el nervio frénico,
· en las series publicadas no se han descrito casos de disnea ni parálisis diafragmática tras bloqueos bilaterales.
En casos extremadamente refractarios:
· la radiofrecuencia pulsada (PRF) sobre el ganglio dorsal de C2/C3 o la articulación C1–C2 se ha utilizado en cefalea cervicogénica con resultados variables; la evidencia es limitada y suele reservarse para contextos de estudio o casos muy seleccionados;
· la neuroestimulación occipital puede ser una opción en cefalea crónica occipital refractaria donde se combinan mecanismos cervicales y migrañosos.
El manejo moderno del latigazo cervical crónico pasa por abandonar la idea de “simple esguince de cuello” y adoptar un enfoque de precisión:
· identificar si el dolor es principalmente facetario, musculoneural o centralizado,
· utilizar de forma inteligente las pruebas de imagen y los bloqueos diagnósticos,
· combinar rehabilitación bien hecha con técnicas intervencionistas avanzadas (RFA, PRP, iCPB, neuromodulación) cuando están indicadas,
· y acompañar al paciente en un proceso que no solo trata la lesión, sino también la sensibilización central, el miedo al movimiento y el impacto emocional.
En manos de una Unidad del Dolor especializada en intervencionismo y medicina regenerativa, esto permite ofrecer tratamientos personalizados, con el objetivo de reducir el dolor, mejorar la funcionalidad y recuperar calidad de vida.
El manejo moderno del latigazo cervical crónico pasa por abandonar la idea de “simple esguince de cuello” y adoptar un enfoque de precisión:
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